Santo
Tomás de Aquino en la Suma Teológica asegura que"el agua
bendita sirve
contra el asalto externo del demonio. Mientras que
el exorcismo se
destina contra los asalto internos". Y explica que
el agua
bendita es un arma tan poderosa que, siempre y cuando haya arrepentimiento, puede perdonar los pecados veniales.